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¿Debería limitarse el acceso a internet a los jóvenes?

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Internet no está pensando para la protección de menores. Es momento de darle importancia al tema.

Que internet es una de las cosas más fantásticas que le han pasado a la humanidad es un hecho incontrovertible. 

Podrían escribirse decenas de miles de columnas sobre los grandes beneficios que ha tenido este interminable universo para el desarrollo del planeta: una comunicación más horizontal, voces para quienes no la tenían, una enciclopedia de conocimiento gratis a la mano de todos, mayores eficiencias corporativas, etc.

El 57 % de la población mundial ha podido gozar de estas oportunidades que nos ha abierto la web. Es una lástima, no obstante, que aún el 43 % esté por fuera de este club, pero la ONU estima que para 2050 la cobertura podría ser de más del 90 %. Ojalá se diera antes, pero 30 años no son nada.

Ahora bien, no obstante sus grandes bondades, para nadie es un secreto que internet alberga enormes peligros. Esta poderosa herramienta también es utilizada por personas inescrupulosas que le han ocasionado gravísimos daños a la sociedad. Abusos de todo tipo, violaciones de nuestros derechos, intimidaciones, chantajes, proliferación de información falsa, incitación a la violencia, entre otros, se han multiplicado descontroladamente en los últimos años.

Los jóvenes, es decir, las personas menores de 18 años, se encuentran entre los grupos más vulnerables de la red. El impacto que ha tenido sobre ellos el acceso a estos oscuros personajes y sitios ha sido documentado por centros de estudio y medios de comunicación. Aún en etapa de formación, estos jóvenes han caído en preocupantes cuadros de depresión, se han alejado de sus familiares y silenciosamente han ido desarrollando una personalidad llena de inseguridades, odio y falta de autoestima.

Sobre los padres de familia ha caído toda la responsabilidad de abordar y tratar de solucionar este monumental problema. Revisar de manera permanente a qué sitios web entra su hijo; enseñarles sobre los peligros de navegar la red; aplicar los controles de navegación; leer los chats de sus hijos; instalar software de control de contenido y no permitirles comprar a solas por internet son algunas de las recomendaciones que nos brindan a los papás.

Sin embargo, ¿no debería abordarse este asunto de una forma más integral? Para empezar, muchos padres de familia no tienen el tiempo para acompañar de manera permanente a sus hijos. Por otra parte, pocos adolescentes se dejarán supervisar sus chats. En el libre desarrollo de la personalidad de estos, solicitarles entrar a su WhatsApp es una transgresión hasta ofensiva. Asimismo, la mayoría de papás no saben qué es un software o cómo instalar los controles de navegación. El cableado de internet es complejo, y la experiencia de usuario parece hecha para que la gente desista de su empeño de controlar y solo  se dedique a navegar libremente.

Internet no está pensando para la protección de los menores.

Así como en la democracia solo los mayores de 18 años pueden votar, ¿por qué no pensar en que solo cuando cumplan esa edad puedan navegar? Está claro que ello no va a pasar. Hay demasiada plata en juego, y la desventaja hacia el futuro en el mercado laboral de los niños que no hayan tenido acceso a internet frente a los que sí la tuvieron sería insalvable. Pero algo se tiene que poder hacer.

El drama de familias que se han visto enfrentadas a situaciones en que sus hijos han sido víctimas en internet es mucho más grande de lo que se cree. El miedo al qué dirán o exponer la vulnerabilidad familiar ha silenciado este problema, y eso es gravísimo.

Los padres de familia, los colegios, las organizaciones de jóvenes, las empresas y el Gobierno deberían darle la mayor importancia a este asunto, tal cual como la lucha contra la corrupción, la salud o la defensa del medio ambiente. Si los jóvenes son nuestro futuro, ¿qué estamos esperando para actuar?

 

Tomado de: El Tiempo

Autor: Diego Santos

Fecha: Noviembre 22 de 2020

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